China apuesta a la innovación para superar su retraso frente al agro estadounidense
A través de la tecnología y el conocimiento el gigante asiático aspira a reducir las brechas del 50 por ciento en los rendimientos respecto de los farmers.
Más de 35% de la demanda doméstica de alimentos de la República Popular proviene de las importaciones; y en lo que se refiere a los granos – sobre todo soya y maíz- más de 80% se originan en Brasil y EE.UU.
Brasil sólo, considerado como país individual, produce más de 60% de la soya que importa China, que utiliza esos granos –porotos de soya- como el principal insumo para la alimentación de su población animal, encabezada por la ganadería porcina, que supera los 450 millones de cabezas.
Hay que agregar que China tiene 1.440 millones de habitantes, que consumen un promedio de 57 kgs per cápita y por año de carne de cerdo.
El vuelco de la población china al consumo masivo de proteínas cárnicas está en relación directa al alza sistemática del ingreso per cápita (+8.1% anual), y que ascendió a U$S 12.026 el año pasado, lo que significa que la República Popular es ya un “país de ingresos medios”, según la terminología del Banco Mundial.
Un límite inamovible de la producción de agroalimentos en China es el hecho de que dispone de sólo 9% de la tierra fértil del sistema global; y esto ocurre con una población que es la segunda del mundo después de India.
Por eso todo depende del grado de incremento de la productividad de la agricultura china –rendimiento por hectárea-, en relación a los otros grandes países productores de agroalimentos del sistema mundial.
El principal retraso que presenta China en este aspecto crucial surge de su comparación con el agro estadounidense, que es el más avanzado del sistema global.
El rendimiento por hectárea mide esencialmente la productividad del trabajo, pero en el capitalismo avanzado lo decisivo es la actitud para la innovación, que se fija según la denominada “productividad de todos los factores”, incluyendo el capital.
Así, la productividad del capital se dimensiona en la medida que disminuye su inversión en relación al producto, y todo gira en lo que se refiere a la capacidad de innovación.
El camino más efectivo para cerrar la brecha de competitividad entre el agro estadounidense y el de la República Popular reside en la actitud para la innovación a través de nuevos productos que logren las grandes compañías de alta tecnología, en primer lugar, en el caso chino, Syngenta. El rendimiento del agro norteamericano en la producción de granos es de 11.1 toneladas por hectárea, en tanto que el de China sólo logra la mitad: 6.3 toneladas por hectáreas, seguido por el de Brasil (4.7 tonelada / ha), y el de India (3.2 tonelada / ha).
De ahí que lo decisivo para la República Popular, si se trata de disminuir el porcentaje de las importaciones en su demanda doméstica, sea el aumento sistemático de su eficacia productiva a través de la mejora acumulada del rendimiento por hectárea.
Esto significa, en otros términos, que hay que aumentar significativamente el componente tecnológico y del conocimiento de la producción agrícola sobre todo los principales productos que se importan del exterior que son la soya y el maíz.
En este aspecto crucial el papel de Syngenta, la principal empresa china surgida de la compra realizada en 2017 por ChemChina en U$S 43.000 millones de la originaria compañía Suiza que ha sido históricamente la principal creadora de semillas de avanzada y tecnologías agrícola de última generación, ha sido un punto de inflexión en la historia de la agricultura de la República Popular.
Los dos grandes competidores de Syngenta son las firmas alemanas de agroquímicos Bayer y BASF.
Las ventas de Syngenta alcanzaron a U$S 33.400 millones en 2022 (+18% anual); y sus ganancias netas treparon a 13% del total de sus ingresos, con un incremento de 14% en un año.
Syngenta se propone ahora colocar 10% del total de sus activos de la bolsa de Shanghái, e intenta cotizar en el rubro de alta tecnología “star board”, que es el Nasdaq (high tech) de la República Popular, y con ello pretende recaudar no menos de U$S 10.000 millones, en una firma cuyo valor hoy de mercado alcanza a U$S 55.000 millones.
Es de esta manera, a través de la tecnología y el conocimiento aspira a cerrar la brecha de más de 50% que existe entre los rendimientos agrícolas de EE.UU y los de la segunda economía del mundo, que es China.
Fuente: Clarín
Publicado: 29 de abril de 2023