Hay un solo camino para el agricultor boliviano: El uso de biotecnología

Durante la presente gestión 2015, una veintena de eventos, congresos, simposios, cursos, talleres, etc, se han realizado en la capital cruceña, a iniciativa de entidades públicas y privadas relacionadas con la agropecuaria.

Expertos internacionales de diversos países del mundo comparecieron invitados por los organizadores de los encuentros, en su mayoría agrícolas. Todos ellos, entrevistados por AGRONEGOCIOS, con excepción de un representante de Cuba, sostienen que el uso de biotecnología es primordial si se quiere aumentar la productividad y ampliar la frontera agrícola de cualquier país dedicado a la  producción agraria.

En los foros los expertos se dirigieron a diversos públicos, entre ingenieros agrónomos, técnicos, académicos y agricultores, informando a respecto de las nuevas tecnologías que la ingeniería genética viene desarrollando y en el futuro puedan estar disponibles para los productores en relación a la soya, maíz, algodón y otros cultivos, todo lo que hay de nuevo en las nuevas tecnologías en el desarrollo de variedades usando la ingeniería genética como herramienta. En el caso de Brasil, que es uno de nuestros vecinos más cercanos a la región oriental boliviana, el 93 por ciento de la soya es transgénica, el maíz alrededor de 75 por ciento y el algodón en torno al 65 por ciento.

El mundo agrícola exitoso en el planeta está produciendo con las bondades que el de uso de semillas modificadas genéticamente ofrecen: Resistencia a enfermedades y plagas, tolerancia a herbicidas, heladas, sequía, salinidad, mejoras en las características agronómicas, mayor rendimiento, modificación de rasgos morfológicos, entre otras.

Está claro que para los agricultores bolivianos no les queda otra opción: Producir con biotecnología, si se quiere cumplir con la meta del millón de hectáreas anuales hasta el 2025, según propone el Gobierno Nacional. El agro cruceño ha aceptado el desafío y lo ha puesto en agenda, pero con el uso de biotecnología.

Los productores agrícolas en el departamento de Santa Cruz, están produciendo con desventaja diversos cultivos como el maíz, soya y en el caso del algodón el producto está en extinción. Lo irónico del caso es que mientras no se permite el uso de la biotecnología agrícola en Bolivia, actualmente se importa de otros países como Brasil, Argentina, Chile y Perú, legal e ilegalmente, productos alimenticios tansgénicos a precios más baratos que los nacionales, y las autoridades callan y otorgan.

Hay que tomar en cuenta que el uso de semillas transgénicas posibilita encarar los efectos del cambio climático, por la incorporación de variedades resistentes a las sequías y lluvias intensas. La referencia más evidente de la desventaja de Bolivia frente a sus vecinos es que, mientras Argentina produce un promedio de 3 toneladas de soya por hectárea y Brasil 2,8 usando transgénicos, Bolivia sólo produce algo más de 2 toneladas por hectárea sin biotecnología; en el caso del maíz Bolivia produce 3 toneladas por hectárea, con la biotecnología podría producir de 10 a 14 toneladas.

Otra referencia, es que en términos de investigación, mientras a Brasil le cuesta 1 ó 2 millones de dólares incorporar una variedad transgénica resistente, como el frejol, en el rendimiento por hectárea, al Estado boliviano puede costarle 10 millones de dólares investigar cómo hacer algo similar por el medio tradicional científico.

La Constitución Política del Estado (CPE) en su artículo 409, apunta que “la producción, importación y comercialización de transgénicos será regulada por ley”, por lo tanto está a merced de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Si el Gobierno Nacional es coherente con las consignas de ampliar la frontera agrícola y dar seguridad alimentaria debe, en consecuencia, abrir paso normativamente con reglas de juego adecuadas y oportunas que permitan a los hombres y mujeres del campo producir para alimentar al pueblo y poder exportar los excedentes.

Fuente: AgroNegocios.