Llevamos 18 años consumiendo alimentos que provienen de cultivos transgénicos o GM, algunos cálculos hablan de más de 377 millones de toneladas de Alimentos transgénicos consumidas, sin que se haya reportado algún caso documentado de impacto negativo e la salud humana o animal, o efectos nocivos para el medio ambiente. Los cultivos transgénicos son los más evaluados en la historia de la humanidad.
Los transgénicos además de ser estudiados para probar su inocuidad o seguridad al consumidor, también han sido evaluados para garantizar que no dañen el medio ambiente. La biotecnología es una herramienta clave para el desarrollo de la agricultura sostenible. Algunas de las ventajas medioambientales que brindan los cultivos transgénicos son:
Los cultivos transgénicos que son resistentes a herbicidas facilitan la adopción de sistemas de producción con labranza mínima. Esto contribuye a la reducción de la erosión, la emisión de gases efecto invernadero, mejora la humedad del suelo y aumenta el almacenamiento de carbono.
Según ISAAA (2013), Los 1,7 millones de hectáreas de 1996 se han multiplicado por 10, hasta alcanzar los 175 millones de héctareas en 2013, dato que convierte a los cultivos biotecnológicos en la agro tecnología que más rápida aceptación ha encontrado en la historia de la agricultura moderna.
Los cultivos transgénicos en general han reducido la huella ecológica que produce la agricultura, por la disminución en la aplicación de plaguicidas, por una mayor eficiencia en el uso del agua y los mejores rendimientos de las cosechas. Igualmente reducen la emisión de CO2 por una disminución en el uso de combustibles fósiles.
A partir de 1996, el área mundial dedicada a estos cultivos se ha multiplicado más de 94 veces, hasta llegar en 2013 a los 175 millones de hectáreas en 27 países. Los agricultores de escasos recursos en los países en desarrollo,representan el 52% de los 17 millones de agricultores que se benefician de la biotecnología a nivel mundial. Los productores han adoptado esta tecnología con mayor rapidez que ninguna otra: ellos saben medir su valor y el retorno que reciben por su compra.
El Banco Mundial y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) coinciden en que el acceso a nuevas tecnologías por parte de los agricultores es una condición para aumentar la productividad y mejorar la calidad de vida rural. Ya se ha probado que los cultivos biotecnológicos extensivos como el maíz, el algodón, la soya y la canola han incrementado la productividad agrícola y los ingresos de los agricultores.
La biotecnología agrícola es una de las herramientas clave que pueden ser usadas para producir alimentos suficientes para una población en aumento, disminuir las tasas de desnutrición y permitir que los alimentos mantengan un precio bajo. Organizaciones como la FAO, el IICA, el Banco Mundial resaltan la importancia de la agrobiotecnología para contribuir al desafío alimentario.
La historia de la biotecnología se remonta a varios siglos atrás; cuando el hombre aplicaba prácticas empíricas de selección en plantas y animales y en la fermentación para optimizar la producción de vinos, pan, quesos y otros productos. La genética y el conocimiento científico evolucionaron hasta llegar a la “biotecnología moderna”, aplicada en distintas áreas como la medicina, la agricultura o la industria de alimentos. En el caso de la biotecnología agrícola los científicos pueden identificar genes específicos, responsables de un rasgo en particular, extraerlos y transferirlos a una planta objetivo. La biotecnología es, con respecto a las técnicas tradicionales, una herramienta segura y eficiente.
Fuente: CropLife Latin America